Con las actuales cifras de desempleo salen a la luz problemas que, estando latentes en nuestra sociedad, pasaban más o menos desapercibidos, o más bien no los queríamos ver. El problema de la formación es uno de ellos, una serie de reportajes publicados en El País pone el dedo en la llaga sobre lo que la sociedad ofrece al mundo empresarial y lo que las empresas necesitan.
Sin entrar en casos particulares, y reconociendo que la generalización siempre es mala, nos encontramos con que lo que las empresas de nuestro país necesitan no encuentra, muchas veces, contrapartida en la esfera social. Por otro lado, también hay que reconocer que el modelo económico español tiene unas carencias que se ponen de manifiesto al no ser capaz de absorber un determinado capital humano que debería de ser mucho mejor aprovechado. Sirviendo esto como primer análisis, esta es la distancia entre las empresas y los que buscan trabajo.
Trabajadores con baja cualificación
El modelo que hasta ahora conformaba la economía española se basaba fundamentalmente en tres pilares, el comercio, el turismo/hostelería y la construcción. La mayor parte del trabajo que ofrecía y ofrecen estos tres sectores no necesita una alta cualificación y, sobre todo la construcción, han requerido hasta hace poco una gran cantidad de recursos humanos.
Muchos jóvenes abandonaron sus estudios “seducidos” por un trabajo relativamente sencillo y bien pagado. Un peón de la construcción podría ganar mucho más que un titulado universitario que trabajara para una entidad bancaria, por ejemplo. Tras varios años, ahora muchas de esas personas se encuentran sin trabajo, con experiencia en un sector que probablemente no volverá a demandar trabajadores en mucho tiempo y sin formación para hacer otras cosas.
Universitarios con alta cualificación
Por otro lado tenemos a los universitarios sobre-preparados. No es que piense que sea malo el exceso de conocimientos, pero se ha ido creando una cultura de la “titulitis” que lejos de ser positiva, al final, se ha vuelto en contra de las propias personas.
Hablo de personas con una (o más) carreras universitarias, masters, idiomas, … pero que se encuentran a los veintimuchos años sin ninguna experiencia laboral. Han vivido entre libros y su formación académica es, en muchos casos, excepcional, pero no tienen ni idea de lo que es trabajar en equipo, asumir riesgos y responsabilidades, procesos para una buena toma de decisiones, reuniones de trabajo, etc., etc., etc.
En una ocasión, hace unos pocos meses, hablaba con un responsable de una Fundación que, entre otras cosas, trabaja en facilitar el acceso al mercado laboral de los titulados universitarios y me contaba situaciones que ilustran esto de lo que hablo, en una ocasión un recién licenciado acudió a una entrevista de trabajo con su padre, que también pretendía participar de la misma, en otro caso quien acudió a la entrevista fue la madre del aspirante, porque su hijo “tenía que hacer unos recados”. Son casos extremos, pero son reales e ilustran muy bien la gran distancia que, en muchos casos, hay entre la formación académica y la preparación para desempeñar un trabajo.
Lo que las empresas necesitan
Tenemos personas sin cualificación con experiencia y muy cualificados y sin experiencia, cuando lo que las empresas necesitan trabajadores cualificados y con experiencia. Volviendo al terreno de las anécdotas, me contaban que un patrono de la Fundación, que antes citaba, se quejaba de que habiendo solicitado en muchas ocasiones a la misma, que le enviaran personas para cubrir puestos ciertos puestos en su empresa, le habían mandado “diplomas en vez de personas”.
Las empresas necesitan gente con preparación y, sobre todo para determinados puestos, con buena formación, pero eso sólo no es suficiente porque tan importante como esto es la capacitación y eso no se aprende en los libros, eso lo da el día a día.
La solución
Para los primeros, está claro que el reciclaje, como se suele decir “a veces para dar tres pasos adelante, es necesario dar antes una hacia atrás”.
Para los segundos, un cambio de planteamiento, alcanzado un nivel determinado es necesario tomar contacto con la realidad laboral y, si se quiere, continuar con su formación pero de una manera paralela al trabajo.
Para ambos, aunque eso ya es hablar de palabras mayores, otra opción es el autoempleo. Pero no el autoempleo por necesidad, sino el que se hace bien planteado, con una planificación seria, con afan de sostenibilidad y no de dar el pelotazo.
Lo más importante es que cada uno analice su situación, a qué distancia está del objetivo, cuál es la manera de recorrela y poner los medios para que ese camino se recorra cuanto antes.
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